dimanche 15 novembre 2009

Un año, un sueño....


Tendrías un mes, acaso un mes y medio; aquella noche no lograbas conciliar el sueño y desde nuestra cama escuché tu pequeña voz, tus gemidos y tu llanto contenido, y me levanté precipitado a verte, a arrullarte, a tenerte entre mis brazos, dormida, durmiendo.

Fue tan fácil como sacarte de tu cama y ponerte sobre mí, el calor de mi pecho desnudo te adormiló de inmediato, así que decidí acostarme a dormir contigo, a sentir tu respiración entrecortada pegada a mi plexo, a sentir tu corazón con el mío.

Y casi al cerrar los ojos me vi en un sueño, estábamos los dos, juntos todavía, pero no éramos los mismos, y sentí una mezcla atroz de sentimientos: la felicidad de verte y la tristeza enorme, infinita, de verte niña, casi adolescente; en mi sueño tenía consciencia de la realidad de esa noche, sabía que te había tenido junto a mí llorando, casi recien nacida, y realizaba de repente, que ya no eras más aquel bebé, que eras ahora una niña grande y alegre.

Entonces todo se tornó en pesadilla, sentí que un truco del azar me había robado años, quizás más de una década, de tu existencia, y sentía, como hoy, una opresión terrible en el pecho, un dolor que, a la postre, me sacó de ese sueño casi premonitorio y me devolvió a nuestra casa, al sofá al lado de tu cuna, a ti sobre mi pecho y a tu calor que apaciguaba mi llanto lentamente.

Porque me desperté llorando, experimentando un dolor nuevo, tomando consciencia, de un golpe, del tiempo y de la muerte, de lo efímero y de lo pasajero que resulta estar vivo. Pero estaba tranquilo, estabas ahí tú para protegerme, para devolverme la vida, esta vida que hoy en día te debo, como en aquel poema de Salinas. Estabas ahí, estás aquí, llevas aquí un año, ¿un año ya? ¿tan sólo un año? No sé, sólo sé que ya no estoy solo, que hacía un año te escribía y que hoy te sigo escribiendo, porque no sé hacer más, hija, que escribir y esperar a que algún día me leas, y sepas, cuando seas aquella niña que entreví en un sueño, cuanto te amo.

Sé amarte sólo a mi manera, esquiva quizás, silenciosa sin duda, te amo desde un lugar que desconozco y en el cual aprendo cada día quién eres y quién soy, no conozco todas las respuestas y ni siquiera sé aún todas las preguntas, pero las voy descubriendo poco a poco; ya sabrás cuán enemigo soy del vértigo, cómo me gusta verte con calma, observarte despertar, abrir los ojos y reír, como aquella mañana en que me despertaste con tu risa y al salir del sueño te vi de pie, en tu cuna, aguardándome, pura, limpia, sonriente.

Te amo con mi amor de padre inexperto, de niño egoísta que lucha por hacerse hombre; con ese amor he vivido un año y nueve meses, primero esperando tu llegada, y luego viéndote por fin y creciendo a tu lado; espero, hoy en día, no haberlo hecho tan mal, que me perdones mis ausencias y que disculpes mis excesos, que sepas, más allá de cualquier cosa, que te amo, que sigo aprendiendo a amarte, desde mi ignorancia del mundo, de sus códigos y convenciones; que eso que no he logrado describir hoy con tantas y tantas palabras, te lo pueda transmitir con cada abrazo, con cada mirada.

Feliz cumple año(s) amor mío, niña de mis ojos.

Te ama, tu papá.